Cual plagas de Egipto, el siglo XXI registra la presencia simultánea de “castigos divinos” cuyas dimensiones aun no son mensurables. Entre los castigos, podemos mencionar: 1) Recesión económica global; 2) La disputa por la hegemonía mundial; 3)Desigualdad y pobreza sin precedentes; 4) Seguridad colectiva al garete; 5) Transición energética congelada; 6) Autoritarismo creciente y precarización de la democracia; 7) Protestas e insurgencia ciudadana, criminalización; 8) Proteccionismo y desglobalización. Seguramente se podrá señalar más “plagas”, pero por el momento desarrollaremos los mencionados en sucesivas notas.

Lo que tenemos en el planeta desde mucho antes de 2008, es una crisis prolongada y multidimensional (Permacrisis), cuya profundidad revela procesos de cambios estructurales del orden mundial bajo formas y dinámicas diversas que se irán mostrando en los años siguientes.
No solo es la inflación que, paradójicamente, se retroalimenta de erráticas políticas monetarias. Tampoco es solo la crisis energética, alimentaria o geopolítica que pone en duda la gobernanza mundial. Es, sobre todo, la incapacidad del colectivo global y sus gobiernos para encarar aquellos “castigos” de manera estructural.
La guerra en territorio ucraniano, más allá de la confrontación bélica, ha puesto en evidencia intereses geopolíticos y de dominio mundial donde el poderío militar es un componente. Está en juego el poder de la tecnología y su uso para la disputa de hegemonías o para ponerla al servicio a la humanidad. Esta contradicción se irá resolviendo de manera asociada a la configuración de correlación de fuerzas en el tablero geopolítico mundial.
Veamos, entonces, sin ningún orden de prioridad ni pretensión de ser exhaustivas, las “plagas” de nuestros tiempos:
1. Recesión económica con inflación a nivel global
A estas alturas, difícilmente puede ponerse en duda que la economía mundial, luego de estar en fase de “desaceleración” durante un prolongado período, entra en un período recesivo que, para algunos analistas, podría resultar superable en el corto plazo. Salvo China, los datos que ofrecen los organismo multilaterales coinciden en señalar que el PBI del planeta muestras señalares inequívocas de crecimiento raquítico (promedio 1.5%) o, en algunos momentos, negativo. Eso no solo es enfriamiento, es recesión con todas sus consecuencias en el empleo y los ingresos, agravada con la anunciada ralentización de las economías de China, EEUU y la UE en 2023 (FMI).

Esa situación no solo es consecuencia de la guerra en Ucrania y las absurdas sanciones de occidente contra Rusia, sino del sistema capitalista que está acusando el golpe que supone la tendencia a la baja de la tasa media de ganancia, lo cual parece irreversible. Las guerras y la feroz competencia por la hegemonía mundial, son apenas formas brutales que pretenden desvirtuar la sentencia de que “el capitalismo lleva el germen de su propia destrucción por su insaciable sed de plusvalía y de ganancia” (Marx)
En ese sentido, la guerra es inherente al capitalismo como mecanismo de solución a las crisis económicas o, como suele llamarse en la literatura liberal, como forma de autorregulación del sistema capitalista. El despliegue bélico a escala mundial, incluye sanciones como las que EEUU impone a Rusia, Venezuela y Cuba, incluso contra China, sin importar el desorden generado en mercados y cadenas de suministro mundial. Lo importante es devolver al capitalismo vigor y primacía en el orden internacional.
Pese a ello, la recesión global sigue en curso. Si no fuera por China, ese promedio de 1.5% antes mencionado sería menor y, probablemente, sea así este año y el próximo si el enfriamiento de las economías del norte se ralentizan. Este desempeño, que continuará el 2024, es parte del ciclo largo de crisis iniciado antes de 2008, pese a que los organismos multilaterales como el FMI y el BM intentan generar clima de optimismo con estimaciones menos desalentadoras pero alejadas de la realidad.
Por su parte, la inflación seguirá siendo un factor de inestabilidad en ofertas y demandas globales. Ni EEUU, que se ufanaba de tenerla “bajo control”, logra bajar sus índices al nivel que tenía antes de la pandemia. Resulta más crítico aún si se observa que su política monetaria viene mostrando resultados contraproducentes. Todo parece indicar que el costo de la energía estaría en la base de los procesos inflacionarios que no logran ser controlados como lo esperaban los timoneles de la FED y los Bancos Centrales en todo el planeta. Según el FMI el 2023 podría terminar con 8% de inflación, similar a la que se tuvo en 2022.
2. La disputa por la hegemonía mundial
La guerra que libra Rusia contra la OTAN, no es sino la punta del iceberg que oculta las más diversas y complejas formas en que se está desarrollando la disputa por la hegemonía mundial. La narrativa aquella de que es una invasión de los “malos” (rusos) contra los “buenos y pequeños” (el gobierno fascista de Ucrania), no es sino el intento cínico de querer tapar el sol con un dedo. En este escenario bélico no solo está en juego el poder de las armas, sino también el poder del control mundial de la producción y logística vinculada con la provisión de alimentos, energía y tecnología.
Ya no es posible ocultar la desesperación del otrora poder indiscutible de EEUU en el planeta. Aunque sin expresiones concretas, China está presente en el conflicto bélico y, por tanto, como actor principal en la disputa por la hegemonía y el control del tablero geopolítico mundial. Aunque esto podría insinuar que el mundo camina hacia una bipolaridad, lo que viene ocurriendo no parece acercarse a esa perspectiva, pues el multilateralismo y sus múltiples manifestaciones cobran cada día más vigencia y reclama para sí, en consonancia con correlaciones móviles de fuerzas globales, parte del poder mundial.

En eso están los BRICS, G77+China, el G20, Organización de Cooperación de Shanghái, entre otros, como protagonistas de la fragmentación (proteccionismo) que buscarán protagonismos colectivos e individuales sin que, por ello, se vean en la necesidad de romper “formalmente” con los nuevos poderes (EEUU, China, Rusia, India, Brasil, Turquía, Arabia Saudita, etc.). Al contrario, cada arreglo bilateral, mutuamente conveniente, será también un tributo al multilateralismo donde todos piensan ganar alguito, aunque a todas luces China saca ventaja allí donde pone su billete, a pesar de los esfuerzos en contrario de EEUU.
En las siguientes notas, las “plagas” que faltan.
Sao Paulo, 21 de setiembre de 2023